La humanidad entera y, con ella, toda la Iglesia, se encuentran ante el gran desafío de esta crisis sanitaria, que es también social y económica.
Ser misionero es ser anunciador de Jesucristo con creatividad y audacia en todos los lugares donde el Evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, en especial, en los ambientes difíciles y olvidados y más allá de nuestras fronteras.
En los países hermanos de Latinoamérica han vivido la COVID-19 con mucha crudeza, porque al mal de la enfermedad se ha unido la falta real de recursos para salir adelante. Lo hemos vivido y los medios de comunicación se han hecho eco de muchas situaciones de verdadero dolor.
Por eso este año, en esta Jornada que la Comisión Episcopal para las Misiones dedica a los misioneros españoles que están en Hispanoamérica, no podemos otra cosa que expresar nuestra unión con ellos, porque sólo unidos saldremos de esta situación, y ponernos bajo el manto de María, que es nuestra madre y que sufre con los que sufren.
Esta ha sido la razón para elegir el lema «Unidos bajo el manto de María» para este Día de Hispanoamérica. Recordemos, como familia de Dios, a los hombres y mujeres que están dando su vida como misioneros en aquellos países hermanos con los que nos sentimos tan íntimamente vinculados.
Actualmente, en nuestra Diócesis, tenemos un total de 87 misioneros en América Latina, entre los cuales 5 son sacerdotes de la Obra para la Cooperación Sacerdotal de Hispanoamérica (OCSHA) y 2 Obispos. Gracias a esta campaña, el año pasado se recaudaron 55.594,20€.
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