El Día de Hispanoamérica es una jornada que nos une a al continente americano por corazón y por lazos de evangelización. Innumerables misioneros españoles partieron y parten con destino a las comunidades cristianas de los países que integran Ámerica, comunidades pujantes, que hacen que la mitad de los católicos del mundo se expresen en español o portugués. Por eso, en este día se busca promover entre los fieles diversos cauces de cooperación para ayudar a las Iglesias más necesitadas de América a crecer y madurar en la fe recibida.
El interés de la Iglesia y de la Santa Sede por este continente llevó a la creación de la Pontificia Comisión para América Latina, para impulsar iniciativas a favor del continente. Su presidente, elcardenal Marc Ouellet, ha escrito un mensaje con motivo de este día que celebra la Iglesia española, en el que expresa su agradecimiento a los sacerdotes y laicos que colaboran con la misión como Fidei Donum, en particular a los cerca de 300 sacerdotes que sirven a la Iglesia en Latinoamérica acogidos a la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), así como a todas las religiosas y religiosos españoles que cooperan con la evangelización en aquellas tierras.
El cardenal recuerda que Día de Hispanoamérica, que se celebra desde 1959, es una buena ocasiónpara tener presentes en la oración a todos los misioneros. Manifiesta que “el misionero sabe, por propia experiencia, que tiene necesidad de ‘recomenzar’ siempre su renovado encuentro personal con Jesucristo. Nada se puede dar por presupuesto ni por descontado. No puede conformarse con lo que considera ‘adquirido’. Las nuevas exigencias de la actividad misionera —como ocurre en el caso de América Latina, donde la fe y la vida cristiana de las comunidades parece que tardan en consolidarse— requieren siempre de un nuevo inicio, que mantenga despierto el asombro y la fascinación por ese encuentro”.
Añade el cardenal, en este mensaje del Día de Hispanoamérica, que “en estos tiempos propicios y exigentes de ‘salida misionera’, se confirma que «la misión es una pasión por Cristo, pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo» (EG, 268)”. “Los misioneros”, añade el cardenal, “no caen en paracaídas sobre la gente, sino que aprenden a conocerla, a apreciarla, a quererla, a valorarla, a crecer con ella. Se enriquecen con sus expresiones de piedad popular, con sus testimonios de fe, esperanza y caridad”.
Se pregunta también “¿No nos muestran los misioneros cómo gozan estando muy cerca de los suyos, «perdiendo el tiempo» en la convivencia, compenetrados con sus alegrías, sufrimientos y esperanzas, siempre misericordiosos, solidarios, serviciales, sin excluir a ninguno? Miran como lo hacía Jesús y «tocan la carne sufriente de los demás», abrazando en especial a los más pobres y necesitados. Son un ejemplo de compasión y consuelo, de sanación y liberación”.
Por eso, “la actividad misionera de la Iglesia en América Latina es una continua solicitud por los más necesitados”. Mons. Ouellet, finaliza su mensaje haciendo referencia a la Virgen recordando que “el pueblo americano peregrina a los santuarios marianos, pedazos de cielo, para pedirle a la Virgen que transforme este continente en la casa de Jesús”.
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