9/07/2017

TESTIMONIO DE NURIA V.F.

Si tuviese que reflexionar sobre mi experiencia como voluntaria, ya que ‘misionera’ creo que es una palabra que me viene grande, sin duda hablaría sobre algo muy abstracto, y a su vez muy concreto, la felicidad. Vivimos en un mundo desarrollado, con todo tipo de comodidades y oportunidades para lograr un futuro y un trayecto profesional óptimo, el mismo lugar donde las tasas de suicidio son las más altas del mundo. ¿De verdad somos tan felices como creemos?
Si algo me llevo de este voluntariado es conocer el significado de la Felicidad y el verdadero sentido de la vida como cristianos.
FELICIDAD es un niño de 5 años que anda durante dos horas para llegar a la escuela y llega con la mejor de sus sonrisas. Felicidad es una familia que sin tener nada, te lo da todo, aunque sea un plato de arroz que ellos dejan de comer ese día. Felicidad es ver a familias cuyas casas han sido destruidas en el terremoto de 2016 apoyándose, refugiándose en su fe, y unidas contra viento y marea pese a las dificultades.
Felicidad es una niña, que lleva horas sin comer, y cuando le son entregadas cuatro galletas en su recreo, lo primero que hace es compartirlas. Felicidad es ver sonrisas en la catequesis, ya que los niños quieren formar parte de la familia de la Iglesia, sabiendo que Dios no hará distinción por clases, y que nos quiere tal y como somos.
No necesitamos un coche más grande, una casa más luminosa, un móvil más moderno, ni viajar continuamente. Tenemos que ser felices aquí y ahora, porque lo único que de verdad tenemos es este momento, es estar vivos, y poder compartirlo con aquellos a quienes queremos.
Esperando a que la vida nos cambie a ‘mejor’ se nos pasa muchas veces la única vida que tenemos.
Hace tiempo leí una frase del escritor irlandés George Bernard Shaw: ‘Algunos hombres observan el mundo y se preguntan: ‘por qué? Otros hombres observan el mundo y se preguntan: ¿por qué no?’ Gracias a los Padres Camilo Salgado, Manolo Rodicio y Manolo Pérez quienes en 1993 fundaron la Parroquia ‘Santa María Madre’, y a todos aquellos que siguieron con la misión, como el Padre José Manuel Méndez, por ser personas que supieron ver el mundo con otros ojos, y que a través de la palabra de Dios han llevado lo mejor de sí mismos a la región de Manabí.
Ourense, 7 de septiembre de 2017

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