6/03/2019

CARTA DE MONSEÑOR LEONARDO A NUESTROS MISIONEROS


Queridos hermanos y hermanas:

Al acercarse la fiesta de Pentecostés, con la que se culmina el tiempo de Pascua del Señor, es costumbre que me dirija a vosotros, los misioneros, que formáis la vanguardia de las actividades de esta Iglesia particular. Sabemos bien que a todo discípulo de Jesucristo le incumbe la tarea de propagar la fe (Vaticano II, Ad gentes nº 23) no solo de palabra sino de manera especial con su vida. Sin embargo, si todos debemos luchar por ser testigos misioneros, vosotros ya lo sois de forma propia y efectiva.

La misión es una realidad ínsita en nuestra vocación cristiana y es tarea propia del Obispo, como centro de unidad en el apostolado diocesano, promover, dirigir y coordinar la actividad misionera, eso es lo que procuro hacer dentro de mis limitaciones y fragilidades, aunque tengo que reconocer que en nuestra esta tarea está muy bien desempeñada por la Delegación episcopal de Misiones, desde ella, a través de tantas personas que colabora generosamente con entrega y dedicación, se lleva a cabo esta hermosa y fecunda labor pastoral-misionera.

Os hago llegar la certeza de que contáis con nuestra oración, que es una expresión viva de nuestro cariño y afecto pastoral. Este año quisiera recordaros que, allí donde os encontréis, preparéis muy bien el Mes Misionero Extraordinario que, por deseo del Santo Padre Francisco, se celebrará en el próximo mes de octubre. Será esta una ocasión para acercar de una manera más viva el ser misionero de la Iglesia que tantos de nuestros contemporáneos ignoran, de manera especial los niños y los jóvenes a los que ya no llega el mensaje de la fe, porque el entramado social en el que se mueven y les rodea por todas partes, les blinda ante cualquier signo del hecho cristiano. Este Mes  Misionero tiene que convertirse en una ocasión propicia para que no sólo se despierte la fe adormilada y tantas veces tibia, de algunos cristianos, quizás también nos pueda suceder eso a nosotros mismos; sino que debe ser una ocasión de gracia para que el mensaje de Jesús anunciado por la Iglesia se haga presente en los distintos ámbitos de nuestra sociedad en donde se encuentren, especialmente, los niños y los jóvenes. Pensad, por ejemplo qué podemos hacer en todo ese amplísimo campo de las actividades lúdico-deportivas y en los colegios tanto públicos como concertados. Ese Mes Misionero es un reto para poner a prueba nuestra fe y nuestro talante misionero. Las misiones no son sólo esa realidad más o menos romántica, situada más allá de nuestras fronteras existenciales; en la medida en que luchamos por encarnar nuestra fe en nuestro entorno habitual, también seremos capaces de convertimos en misioneros más allá de los límites de nuestra Iglesia diocesana.

Para la Iglesia en Ourense este es un año especial, estamos preparando las últimas asambleas del Sínodo Diocesano que ha sido, y sigue siendo, una experiencia de gracia y comunión. A vosotros, los misioneros y misioneras, os ruego que desde los lugares en donde os encontréis, viváis con nosotros este camino eclesial que es una fuerte invitación a caminar juntos, a caminar unidos. En realidad el Sínodo nos está ayudando a descubrir que nuestra Iglesia en Ourense quiere renovarse y sentirse tan viva como lo ha sido a lo largo de su milenaria historia de fidelidad y de santidad.

De forma inmediata os recuerdo que no os olvidéis del próximo Encuentro de los Misioneros Diocesanos que tendrá lugar el 20 de julio. En los últimos años este encuentro anual siempre ha sido para mí una ocasión providencial para darme cuenta de la vitalidad que las Misiones siguen teniendo en Ourense.

Con afecto, os bendice.

J. Leonardo Lemos Montanet
                                                Bispo de Ourense 

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